miércoles, 6 de noviembre de 2013

"Quiero mi chupete"

Ródenas, Antonia "Quiero mi chupete" col. Sopa de libros, 1998 Editorial Anaya


Es habitual encontrar en el mercado "cuentos fórmula" que en teoría nos ayudan a padres y educadores a superar ciertas etapas evolutivas o conflictos habituales en la infancia: tengo un hermanito, dejo el pañal, me lo como todo, soy grande para el chupete... Parten, supongo, de la angustia que nos genera no poder ayudarlos a superar todos los conflictos.
Buscamos herramientas que nos den los recursos suficientes, y nos han dicho que los cuentos son de gran utilidad para llegar donde muchas veces nuestras palabras no pueden acceder.

Es cierto, historias sencillas pero con alma acceden a aquella parte inconsciente donde el simbolismo es el amo, y las emociones bailan y se entremezclan lejos de las etiquetas y encastillamientos del mundo consciente. Pero para que sean de este calibre, han de haber nacido también de ese universo, historias que surgen del imaginario del autor como inspirados por la musa. Por lo tanto, podemos deducir que la mayoría de esos cuentos por encargo para este o tal fin no surten el efecto esperado.
Y he querido puntualizar es porque os traigo uno de mis cuentos favoritos para grandes y pequeños, el cual suelo utilizar en talleres familiares por ser de aquellos que comunican con gran poesía visual y sencillez.

Mario tiene un chupete solo para dormir. Es tan fantástico que, cuando lo lleva en su boca, muy pronto aparece...Un mar muy azul y un barco de vela. Una oveja blanca comiendo la hierba. La gallina roja con sus tres polluelos... 
Un día por la tarde le dice su madre: -Mario, ya no es tiempo de llevar chupete. Tú eres mayor. Y Mario se mira de abajo a arriba.

Este texto está acompañado por ilustraciones de Carme Solé Vendrell, reciente ganadora de su segundo Premio Nacional de ilustración. Y es que, debo confesar, que este binomio Ródenas/ Solé Vendrell ha dejado una estela de cuentos que suelo tener a mano siempre (Un puñado de besos, Cartas a Ratón Pérez,...
Porque la crianza se hace desde la comprensión, la empatia y con mucha, mucha paciencia. Porque nuestros hijos lo que más desean es nuestra presencia y apoyo incondicional para seguir creciendo...y nosotros también con ellos.